Seamos realistas, si nosotros que somos adultos, con todas nuestras capacidades de razonamiento funcionando a plenitud, que podemos racionalizar las cosas y controlar nuestras emociones, sufrimos cada vez que se terminan las vacaciones, ¿por qué debería extrañarnos si a nuestros hijos les sucede lo mismo? En mayor o menor medida, casi todos los niños se sienten algo alterados cuando tienen que regresar a la rutina. Sin embargo, hay ciertas situaciones difíciles a las que se pueden enfrentar en la vuelta al colegio que podemos ayudarles a superar.
Sentimientos encontrados con la vuelta al colegio
Los niños afrontan la vuelta al colegio con sentimientos encontrados. Por un lado es normal que anhelen volver a ver a sus amigos tras el largo verano, pero por otro el regreso a la rutina puede alterarles. Además, si es su primer año escolarizado o se ha cambiado de centro, puede estar desconcertado y nervioso, ya que no sabe cómo será la nueva situación. Sin embargo, nada de esto tiene porque suponer ningún trauma si los niños cuentan con el apoyo y la ayuda de sus padres. No olvides que los más pequeños de la casa incluso pueden sufrir una severa apatía pos vacacional parecida a la que sufren los adultos.
Dificultades a las que se pueden enfrentar el niño en la vuelta al colegio
• Separación. Tras meses de convivencia con sus seres queridos tiene que separarse de ellos. Cuanto más pequeño sea el menor con más miedos afrontará abandonar la seguridad del hogar para pasar gran parte del día con otras personas. Si es su primer año, es normal que sufra aún más este problema, si no lo es, tenemos que averiguar por qué no quiere separarse de nosotros.
• Exigencias. Aunque durante las vacaciones hayamos tratado de mantener una cierta rutina e incluso haya tenido que estudiar, no es lo mismo. A partir de septiembre saben que se les va a exigir que saquen buenas notas, que sean aplicados y posiblemente que realicen también alguna actividad extraescolar. Por lo que no es de extrañar que se sientan agobiados ante tantas responsabilidades.
• Inseguridad. Con independencia de que sea su primer año o lo hayamos cambiado de colegio, la personalidad de nuestro hijo es determinante a la hora de adaptarse a las clases. Si es un niño inseguro se mostrará inquieto ante la perspectiva de tener que convivir con personas que no pertenecen a su familia. Puede que tenga su pequeña zona de confort compuesta por sus amigos más íntimos, pero exponerse a toda la clase le provocará una gran tensión.
• Dejar de ser el centro de atención. Aunque tenga más hermanos, al niño le habrá parecido que durante el verano todo giraba en torno a él. Sus padres, abuelos y otros familiares le han dedicado una gran cantidad de tiempo, ha disfrutado de hacer lo que más le gusta y puede que hasta haya salido de vacaciones.
• Vuelta a la rutina. Que los días sean todos iguales produce paradójicamente un gran estrés. Por eso para el pequeño puede ser duro tener que encarar de nuevo días que se parecen demasiado unos a otros. Que además implican madrugar, estudiar y en definitiva un gran esfuerzo.
• Compañeros. En ocasiones nuestro hijo ha dejado pendiente alguna situación conflictiva. Puede que haya tenido un problema con un compañero y no consiguiera resolverlo. Ojo, no hay que confundir las diferencias que surgen al vivir en sociedad, con situaciones de acoso, a las que habría que poner remedio de inmediato.
Pero el problema podría tornarse más serio como veremos a continuación.
Trastorno de adaptación escolar en la vuelta al colegio
Aunque es normal presentar ciertas dificultades como las comentadas, la situación puede ser aún más seria si el problema se mantiene en el tiempo. Podríamos entonces estar hablando de un trastorno de adaptación escolar, del que existen diferentes tipos:
• Con depresión. El pequeño presenta síntomas similares a los de esta enfermedad, como tristeza, llanto o problemas para dormir. Puede que ya no consiga disfrutar de las cosas que antes le hacían feliz.
• Con ansiedad. Notaremos que nuestro hijo está nervioso, irritable y no soporta cuando algo le sale mal.
• Con alteración de la conducta. Se comporta de una manera agresiva, se niega a ir al colegio y a cualquier cosa que le pidamos.
• Con alteración afectiva y de conducta. Es cuando se combinan los tres tipos anteriores.
• Con ansiedad y depresión. El pequeño presenta la conducta mostrada en los dos primeros puntos.
• Inespecífico. Cuando no se engloba en ninguna de las clasificaciones anteriores.
Se calcula que aproximadamente un 8% de los niños y adolescentes padecen un trastorno de adaptación escolar, con una incidencia similar en ambos sexos. Se puede diagnosticar el problema cuando el pequeño mantiene los síntomas comentados tres meses después del comienzo del curso. Generalmente no suele durar más de 6 meses en total, pero puede volverse crónico o derivar en otras enfermedades, como la depresión infantil.
Por eso es fundamental que si detectamos que nuestro hijo tiene un desorden de este tipo lo pongamos en conocimiento de su pediatra cuanto antes, para que pueda realizar un seguimiento al menor.
Cómo ayudar a nuestros hijos a afrontar la vuelta al colegio
Cuando la vuelta al colegio se torna difícil, dentro de unos límites normales, lo padres podemos contribuir y mucho a que sea más liviana.
Tenemos que empezar recuperando los horarios propios de la temporada escolar unos días antes de que el niño retorne a las clases, tanto a la hora de acostarse como de levantarse. Es fundamental que también regresen los buenos hábitos alimenticios que tal vez hayan quedado un poco diluidos durante las vacaciones. Sobre todo una vez que empiecen a ir al colegio asegúrate de que siempre desayune de una manera sana y equilibrada. Una mala alimentación no solo es fuente de problemas físicos, sino también de debilidad emocional.
a) Permite que colabore contigo en preparar todo lo necesario para la vuelta al colegio, ropa, mochila, libros…Si está en tu mano, permite que escoja algunas de las compras o al menos escucha su opinión.
b) Acompáñale, si es posible, en su primer día de colegio, aunque no sea su primera vez. Eso sí, muéstrate contenido, tu hijo reflejará en gran manera tu actitud y sentimientos. Cuando lo recojas, o te encuentres con él en casa, pregunta con interés cómo ha sido su día. No lo hagas mientras atiendes otras tareas, dedícale tu tiempo y atención.
c) Programa actividades gratificantes y si es posible al aire libre. El contacto con la naturaleza hará que mejore su estado de ánimo y además le ayudará a quemar la energía que ha acumulado sentado en su pupitre.
d) Confírmale tu amor con palabras y gestos, no olvides el gran poder curativo que tienen los abrazos. No infravalores sus sentimientos, ni le hagas sentir o pensar que sus problemas no son importantes. Mantén las vías de comunicación siempre abiertas y estimula a tu hijo a que te cuente cualquier problema que se le presente a lo largo del año, pero también a compartir los buenos momentos contigo.
Por supuesto si te confiesa algo que haga que salten tus alarmas, no lo dejes pasar y toma medidas cuanto antes. Si a pesar de todo tu trabajo notas que tu hijo no se encuentra tan bien como desearías, busca auxilio, hay terapias que pueden ser una gran ayuda para él, y por supuesto habla con sus profesores, para que puedan poner de su parte.
Entre todos conseguiréis que ir al colegio sea una experiencia positiva para tu hijo, no lo dudes.
P.D. Este artículo es meramente informativo, no pretendemos dar consejos ni diagnósticos médicos; ante cualquier situación anómala, se debe consultar con un proveedor de la salud cualificado y certificado.