Síndrome Posvacacional

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Como tirar el síndrome posvacacional a la basura.

Acaban las vacaciones y en breve cuando usted encienda el televisor, su presentador predilecto de informativos estará ahí puntual para recordarle el tópico de estas fechas. Mientras usted esta en su sofá sopesando la jornada, un dedo invisible le señala, posiblemente tenga usted el síndrome vacacional. No en vano un 45% de la población lo padece, según algún estudio elaborado con el mismo rigor que los que se publican sobre las bondades del típico alimento que cae en ventas.

La entrada es claramente sarcástica, si me lo permiten, porque si hay algo habitual en los medios de comunicación es la excesiva simplificación cuando se pretenden tratar contenidos de salud, y por extensión de conceptos netamente científicos.

De entrada, permitanme señalar que como reza el titular cojan este termino grandilocuente y se lo quiten de encima, a pesar de que sus primeros días en el trabajo no estén siendo precisamente gratos y anden un poco sobrepasados. Por mucho que sea omnipresente en los medios cuando el mes de septiembre asoma, el síndrome posvacacional de científico tiene poco.

No crea que hay investigadores rompiéndose el lomo para encontrar la solución a algo tan “antinatural” como que volver al trabajo después de las vacaciones no sea plato de buen gusto para la mayoría. El conjunto de trabajos serios que abordan el tan nombrado síndrome posvacacional es testimonial en comparación a su popularidad.

¿Qué es realmente el mal llamado síndrome vacacional?

De entrada puntualizar que a pesar del abuso de ambos conceptos, para considerar que usted sufre o de depresión o de estrés, según criterios diagnósticos, es imprescindible que su estado de animo permanezca bajo sin cambios a lo largo de la jornada durante al menos 15 días y lo mismo con su ansiedad.

Lo que separa la esfera de lo patológico y de lo cotidiano es la persistencia en el tiempo y sobretodo que sus síntomas sean incapacitantes. Que uno este triste o ansioso no es negativo, es una respuesta adaptativa perfectamente normal a una situación de cambio de rutina.

Si repasamos los síntomas que se suelen incluir en el cajón de sastre del síndrome vacacional, nos encontramos con problemas para conciliar el sueño, problemas con la alimentación tanto por exceso como por defecto, pensamientos negativos con respecto a la propia autoeficacia, irritabilidad, deterioro generalizado de la vida laboral, social o afectiva…

En suma, se considera que las vacaciones en lugar de ser beneficiosas son el preludio de una depresión o un trastorno de ansiedad con todas las letras.

Soluciones sencillas para que la vuelta al trabajo sea menos abrupta

  • Ya no puedo hacer este trabajo

Si le asaltan los pensamientos de que ya no es capaz de realizar su trabajo con eficacia, respire hondo, según un estudio conducido por la Psicóloga Phillipa Lally, para consolidar un nuevo habito hace falta una media de 66 días, fluctuando hasta los más de 80.

A pesar de que se sienta desorientado en el trabajo, en ningún momento piense que sus 30 días de vacaciones le han convertido por arte de magia en un ser puramente ocioso. El tiempo transcurrido en las vacaciones no ha sido suficiente como para que usted haya perdido por completo el control de sus tareas.

Si su trabajo requiere actividad física intensa, es posible que el descanso y por tanto la pérdida de masa muscular debida a la inactividad haya exacerbado alguna patología ya presente.
Las patologías de tipo articular y en concreto de la espalda pueden manifestarse con mayor frecuencia después de un periodo de inactividad. En ese caso, las percepciones personales no engañan, y seria recomendable que visite a su medico.

  • Duermo fatal

En vacaciones, podemos convertir nuestros horarios en un autentico carrusel de cambios, ya sea retrasando la hora de dormir hasta bien entrada la madrugada, o pegándonos a las sabanas hasta bien entrado el mediodía.

Nuestro cuerpo regula automáticamente nuestras horas de sueño mediante la luz solar, el mero hecho de recibir luz solar activa nuestra actividad y la falta de ella induce el sueño. Esto se produce porque la misma falta de luz solar directa activa la degradación de la hormona-neurotransmisor serotonina en melatonina que es el inductor natural del sueño.

Nuestro cuerpo pues, esta diseñado para activar el sueño cuando nos falta la luz solar y estar activo cuando esta esta presente. Si abusamos de estar despiertos cuando el sol ya ha caído o salimos poco de espacios cerrados, máxime cuando las horas de luz solar empiezan a decaer pasado el verano tenemos el cóctel perfecto para estar adormilado durante el día y insomne por la noche.

Nuestro consejo es que procure avanzar sus hábitos de sueño unos días antes de retornar al trabajo y si busca una ayuda suplementaria para equilibrar sus horarios evite los compuestos que inducen un sueño de baja calidad y problemas a medio plazo y largo plazo.

Como alternativa puede consumir melatonina (consulte con su médico si así lo considera), se vende sin receta como suplemento alimenticio y se ha demostrado totalmente segura y saludable durante varias décadas de comercialización, dado que es la hormona natural que promueve el sueño y esta presente en plantas como el cacao, ademas de que su producción en nuestro cuerpo decrece a partir de los 30 años.

  • Ya no tengo tiempo para mis cosas

Salir del oasis de las vacaciones para reintegrarse a la rutina laboral en muchas situaciones se vive con esa sensación de que se acabo todo lo bueno, por simplificar, nos atenaza una visión bastante angustiosa de que ya no tenemos tiempo para nosotros. ¿Pero es eso cierto? ¿O esa visión dramática pone de manifiesto que no gestionamos con demasiado esmero nuestro tiempo libre o que lo ocupamos por inercia en actividades menos placenteras que las que realizamos en verano?

Si enumeramos el resto de días libres con los que contamos a lo largo del año, solo en fines de semana, tenemos la friolera de 104 días, si es uno de los menos afortunados que solo dispone de un día de descanso semanal, seguiremos contando con 52 días totalmente disponibles para nosotros, entre el doble y el triple de ese oasis con el que vemos las vacaciones veraniegas.

Las vacaciones veraniegas, como gran negocio que son, están muy mediatizadas, las ofertas o sugerencias que se nos ofrecen para disfrutarlas, aprovecharlas y gestionarlas son grandísimas en numero, del mismo modo que otros periodos vacacionales.

En cierto modo, el hecho de ser conscientes de su potencial y su organización nos viene dado, no sucede así con los fines de semana, donde el grito de por fin es viernes se suele asociar con borracheras entre los menos creciditos o tirarse en el sofá a consumir TV entre los que ya contamos canas.

No hay motivo ninguno para que deje que otros piensen y decidan por usted que tiempo es mas valioso o espectacular y cual no. Si bien no podrá desplazarse a grandes distancias en el lapso de un fin de semana, el visualizarlas como unas vacaciones continuas cada 5 días ayudara mucho en que no vea la incorporación al trabajo como una condena.

  • No es normal el hambre que tengo

aperitivos saludables

Es muy habitual que ante estados de ansiedad abusemos de las comidas mayoritariamente ricas en hidratos de carbono o azucares simples. Pan, pasta, arroz, bollerías y dulces. No es arbitrario puesto que elevan nuestros niveles de azúcar en sangre y esto induce un efecto tranquilizante ya que el azúcar en sangre interactúa con el cortisol (responsable del estrés) y la serotonina (implicada en el estado anímico y la ansiedad).

Es esta una dinámica bastante investigada y que tiene que ver mucho con la epidemia de obesidad en países occidentalizados. Le recomendamos que aunque le resulte duro,evite los atracones de hidratos, puesto que si los consume con frecuencia, sus niveles generales de insulina en sangre se elevaran entrando en un circulo vicioso donde cada vez consume mas dulces y su producción de insulina se desboca.

Sustituya en la medida de los posible los snacks dulces por otros como los frutos secos y no descuide por completo la necesidad de una mínima actividad física en exteriores. Un paseo placentero diario es imprescindible.

  • Apague la tele

Ya para acabar, permitanme un apunte personal. Tendrán muy presente que durante los meses de verano la programación de la televisión no destaca por su calidad, muchos programas se retiran de la parrilla, y las cadenas no demuestran especial interés en ofrecer nuevos contenidos.

Esto es un hecho puesto que se asume que es temporada baja para la televisión. Los informes de audiencia dejan claro que durante los meses de verano la gente ve muchas menos horas de televisión.
¿Recuerda lo que hemos apuntado antes sobre la gestión de tiempo y el reloj biológico? Mantenga la tele apagada y evite la rutina de sofá viendo el late show hasta la madrugada. Quizás la culpa de ese terrible síndrome posvacacional la tiene la misma caja tonta que le anuncio su llegada.

¿Están o no están de acuerdo con que el síndrome posvacacional no es para tanto?

Este artículo no pretende dar consejos ni opiniones médicas; ante cualquier síntoma que a usted le parezca preocupante y/o persistente, no dude en consultar con su proveedor de la salud

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