Ser terapeuta es un trabajo apasionante; el tratar con seres humanos, ocuparnos de su bienestar físico y equilibrio emocional y energético, proporciona una inmensa satisfacción personal y profesional.
Un trabajo tan delicado conlleva una gran responsabilidad, no todo es estudiar y conseguir títulos, hay pautas que son imprescindibles a la hora de proveer de calidad un masaje o tratamiento.
Estas pautas deben ser contempladas siempre, pasando a formar parte de nuestra rutina diaria de trabajo.
- La respiración: es un aspecto fundamental en la carrera de un terapeuta; esta debe ser realizada con un ritmo consciente, circular, profundo…no deben existir intervalos entre inhalación y exhalación.
- Postura correcta: es imprescindible que el cuerpo esté cómodo mientras realizas tu trabajo, no solo beneficiará el resultado final del mismo, sino que evitarás sufrir lesiones y alargarás significativamente tu vida laboral. Espalda siempre derecha, vertical, para estar alineada y paralela al eje de la tierra; si esta no se encuentra recta, la columna está doblada, generando una deficiente respiración, lo que hace que se bloquee a la altura del plexo solar o cardíaco, imposibilitando su fluidez. Cuando se trabaja en camilla, imprescindible tenerla a la altura correcta, siendo adecuado moverse alrededor de esta para no sobrecargar ninguna parte del cuerpo. Si trabajamos en el suelo, evitar sobrecargar las piernas, variando la postura de las mismas.
- La fuerza y la sensibilidad: debemos saber distinguir que cantidad de fuerza aplicar según el tipo de masaje, el cuerpo del cliente y las necesidades específicas. Algo imprescindible en nuestro trabajo, es aprender a reconocer el nivel de tolerancia de quien recibe cuando se aplica presión; con la experiencia, detectaremos ese umbral con relativa facilidad, mientras adquirimos esa sensibilidad, debemos preguntar a nuestro client@. La sensibilidad es parte imprescindible a la hora de trabajar, nos guiará a lo largo del tratamiento, ayudándonos a percibir detalles más allá del cuerpo “físico”.
- Las técnicas: qué duda cabe que un buen terapeuta debe estar adecuadamente formado. Hoy en día, podemos aprender una amplia variedad de técnicas pertenecientes a muchos tipos de masajes, procedentes de todos los rincones del mundo. Pero si no existe una comprensión clara de para qué sirve cada técnica y una práctica constante de las mismas, estas no conseguirán que obtengamos el resultado perseguido. Elegir una buena escuela, con un excelente profesorado, huyendo de “diplomas” rápidos y fáciles, será el primer paso, luego nos queda practicar, practicar y practicar…estudiando, analizando y aprendiendo de cada cliente, no hay dos personas iguales, tampoco dos tratamientos iguales.
- El tacto consciente: a través de nuestras manos, percibiremos mucho más de lo que el intelecto pueda transmitirnos; sentir los distintos bloqueos, cristales de ácido úrico, contracturas, la intensidad de una tensión muscular, la alteración de una respiración producida por diferentes estados de ansiedad…todo esto conseguiremos con la práctica de forma consciente y atenta.
- Reacciones del cliente: un buen terapeuta debe saber percibir los cambios que nuestro trabajo ejerce tanto en su cuerpo como en su estado interior. Es fundamental sentir como se aflojan tensiones, se liberan emociones, desaparecen los bloqueos. Debemos facilitar la despreocupación, la expresión de los estados de ánimo…sin necesidad de justificarse si rompen a llorar, a reír…
- Equilibrio emocional: Debemos tener en cuenta que tratamos con personas, con la mayoría de las cuales mantenemos un estrecho contacto durante su estancia en nuestro centro de trabajo. Si nuestro estado emocional es negativo, ya sea enfado, ira, tristeza, miedo…este será captado inconscientemente por el cliente, llegando a generarle una sensación incómoda y desagradable, de rechazo… Siempre es conveniente tomarnos un tiempo para relajarnos y desconectar de nuestros problemas al iniciar la jornada laboral; un poco de Meditación, Yoga, Tai Chi…o sencillamente, unas respiraciones controladas, nos devolverán al estado de calma adecuado. Debemos dedicar cinco minutos a desconectar y dejar fuera nuestras preocupaciones antes de pasar a cabina a realizar un masaje/tratamiento; de este modo, estaremos preparados y en condiciones de dar lo mejor de nosotros mismos. El dejar un pequeño espacio de tiempo entre citas, es primordial para nosotros y nuestro trabajo, a la larga, TODOS salimos beneficiados.
- Forma física: Para llevar a cabo nuestra actividad profesional, exigimos a nuestro organismo una considerable demanda física. Los tratamientos aplicados pueden dejarnos extenuad@s tanto física como psicológicamente al final de la jornada laboral.Existen terapeutas especializados en diferentes técnicas, algunas de ellas con una gran exigencia en cuanto a resistencia, flexibilidad y elasticidad. Tengamos una especialidad u otra, nuestra buena forma física es primordial, y no solo por cuestión de imagen. Practicar deporte, mejorar el tono muscular, aumentar su elongación, fortalecer el CORE (zona del abdomen) ya que debemos mantener conscientemente la contracción del mismo a la hora de trabajar, aprender a respirar correctamente, realizar actividades que aumenten nuestra capacidad pulmonar…todo ello nos ayudará a ser más eficaces en nuestro trabajo, evitar lesiones, alrgar nuestra vida laboral y dar una imagen saludable.